Declaración artística: colectivo indígena 'Artes Vivas'

11th marzo 2022
BY COLECTIVO INDÍGENA 'ARTES VIVAS'| BY URSULA REGEHR| BY VERENA REGEHR| POSTED IN Blog

Osvaldo Pitoe, Jorge Carema, Efacio Álvarez, Marcos Ortiz y Esteban Klassen, del colectivo de artistas indígenas del Chaco son parte del proyecto 'Colección, misión, colonización: encuentros e historias entrelazadas desde el Chaco'. Descubre más sobre sus perspectivas creativas en su declaración.

Las fotografías de los objetos de la colección de los misioneros Seymour Hawtrey y Wilfrid Barbrooke Grubb de fines del siglo XIX inspiraron a los dibujantes del colectivo indígena ‘Artes Vivas’ a crear nuevas obras. Como resultado, surgió una serie en la que los artistas rememoran las formas históricas de estar en el mundo de los pueblos chaqueños y donde hablan simultáneamente de la vida contemporánea de los nivacle y guaraní. A partir de diferentes artefactos, reflexionan sobre la confección, el uso y los significados de las cosas. En los dibujos resuenan la transformación de sus formas de vida a través de procesos de colonización y evangelización en el siglo XX. 

Los dibujos relatan de manera no-verbal de la desposesión de sus territorios y de la pérdida de la autonomía en el siglo XX. Visualizan el despojo, la modificación de sus prácticas de subsistencia, el trabajo asalariado y el asentamiento en misiones, que determinan sus condiciones precarias de vida en el presente. Se refieren a procesos de conversión y asimilación forzosa y a la experiencia continua de la discriminación y exclusión. 

Sin embargo, los dibujos constituyen también testimonios de la fortaleza y resiliencia de las formas indígenas de vivir en el mundo. Muestran que las relaciones con el bosque y los seres que lo habitan, así como su ética de convivencia y del compartir en el círculo de parientes, siguen siendo importantes para los nivacle y guaraní. 

El colectivo artístico fue iniciado y establecido por una colaboración estrecha a largo plazo entre los artistas indígenas y las antropólogas Verena y Ursula Regehr. Siguiendo a una propuesta de los nivacle, organizaron un concurso de dibujos en 1998 donde destacaron los dibujos con bolígrafo negro sobre papel de Jorge Carema y Osvaldo Pitoe, que aluden a la figuración de los tejidos de lana de las mujeres. Con los años se sumaron Clemente Juliuz, Esteban Klassen, Marcos Ortiz y Efacio Álvarez y desarrollaron motivos y estilos propios. Los artistas son autodidactas y cursaron pocos años de educación formal. Pertenecen a los grupos lingüísticos de los nivacle y guaraní y viven en las misiones Cayin ô Clim y Yiclôcat en la periferia de la colonia menonita Neuland en el Chaco paraguayo. 

Han participado en varias exposiciones y publicaciones, entre ellas «Bosques vivos», Bienal Sur y Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile (2022); «Trees», Fondation Cartier pour l’art contemporain, Paris (2019); «Reconfiguraciones: vida chaqueña en transición», Museo del Barro, Asunción (2018); «simetría/asimetría: imaginación y arte en el Chaco», Centro Cultural Manzana de la Rivera, Asunción y Centro Cultural de la Colonia Neuland (2011); «Nosotros, gente de Cayin ô Clim», Centro Cultural Manzana de la Rivera, Asunción y Centro Cultural de la Colonia Neuland (2004). 

 

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Una red para la pesca en el territorio ancestral 

Jorge Carema nació 1967 en la comunidad guaraní de Pedro P. Peña. Vive con su familia en Cayin ô Clim. Trabaja en estancias lejanas como tractorista y en su tiempo libre dibuja. 

A través del dibujo rememora su infancia junto al río Pilcomayo. Hasta la guerra del Chaco (1932-35) esta zona fue habitada por los nivacle. Su territorio se extendía desde el cauce medio y superior del río Pilcomayo en el oeste, hacia el río Bermejo en el sur y hasta el Chaco central en el norte. 

Las aldeas del río se alimentaban de la pesca. Los nivacle y guaraní conocían diferentes técnicas de pesca. En el agua corriente, pescaban con redes triangulares y con forma de tijera. En aguas de poca profundidad, en los bañados y en las lagunas, solían pescar desde la canoa con arco y flecha. Cuando había pocos peces, construían barreras con palos y ramas, en las que podían atraparlos con facilidad. 

 

© Jorge Carema

© Jorge Carema

 

“Me gusta dibujar la pesca, la cacería y la búsqueda de miel, que son nuestras actividades, las que nos nutren. Cuando no tenemos nada que comer, pienso en la pesca. Antes íbamos al río y sacábamos algunos pescados, y con eso ya teníamos suficiente para comer. Acá en la misión no hay pescados, tenemos que comprar algo o cambiar algo en provista”, dice Jorge Carema. 

Los artistas viven con sus familia en Cayin ô Clim y en Yiclôcat. Son misiones fundadas por los menonitas en los años 1950 para asentar obreros indígenas. Crecieron por migraciones laborales y el despojo de los grupos en la zona del Pilcomayo. En Cayin ô Clim viven aproximadamente 2.000 habitantes en un terreno de 51 hectáreas y en Yiclôcat son aprox. 500 personas en un terreno de 16 has. Dependen del trabajo para patrones no-indígenas. Frecuentemente no reciben el salario mínimo para su trabajo y sus condiciones de vida son muy precarias. 

Jorge Carema remarca: “A veces no mas encuentro una changa por una o dos semanas. De changa a changa vivimos con muy poco. Si me vienen a buscar para un trabajo me voy con un patrón, si no hay trabajo quedo en casa y dibujo”. 

 

© Jorge Carema

© Jorge Carema

Arco y flecha para la cacería 

Osvaldo Pitoe nació en 1963 en la comunidad guaraní de Pedro P. Peña. Vive con su familia en Cayin ô Clim. El dibujar se volvió su fuente principal de ingreso, pero si no alcanza, trabaja como jornalero en la colonia Neuland. 

Un motivo recurrente en sus dibujos es la caza y la recolección. Antes del contacto permanente con la sociedad colonizadora, las actividades de subsistencia se basaban en el control de territorios extensos, su uso colectivo y la movilidad. 

En sus dibujos los hombres se dedican a la cacería con arco y flecha, y entre sus presas favoritas se cuentan los pecaríes, venados, tapires, varias especies de armadillos y aves. Las mujeres recolectan y dependiendo de la temporada, llenan sus grandes bolsones de fibra de caraguatá con diferentes alimentos vegetales: chauchas del algarrobo, porotos del monte, bayas, higos de tunas, palmitos, bulbos de caraguatá, hierbas y pimienta silvestre. El bosque seco, los campos arenosos y los palmares proporcionaban una alimentación abundante y equilibrada. 

 

 

© Osvaldo Pitoe

© Osvaldo Pitoe

 

Osvaldo Pitoe recuerda: Cuando nuestros ancestros se iban a cazar y encontraban un venado, tiraban una flecha. Si se usa un arma (de fuego), esto hace mucho ruido. Entonces se asustan todos los animales que están por ahí cerca. La flecha no hace ruido, si uno la tira. Tampoco llevaban perros. Solos no más se iban, porque si llevaban un perro y hay algo y ladra, los animales se asustan. Por eso nuestros antepasados usaron arco y flechas”. 

La pipa de tabaco y su relación con las prácticas chamánicas 

Prácticas chamánicas y rituales de curación forman parte de las cosmovisiones de los pueblos chaqueños. En casos de un equilibrio perturbado, de enfermedades, de conflictos o de amenazas fatales, tenían que intervenir chamanes, especialistas rituales, cuya tarea es la mediación en las relaciones dentro del colectivo humano, así como entre seres humanos y no humanos. De acuerdo a los nivacle, solo el tôiyeej (sabio, poderoso, chamán) dispone de una conciencia extraordinaria y de poderes particulares. A través de sus canciones y el consumo del tabaco tiene acceso al mundo de los seres no humanos y puede comunicarse con ellos. 

“Veo a veces cómo la gente lleva un pariente enfermo al chamán. El chamán y sus compañeros se sienten a su lado. Uno solo no tiene suficiente fuerza para enfrentar lo que causa la enfermedad, tienen que colaborar entre varios. Los chamanes no fuman de balde, están fumando la pipa de tabaco para iniciar la curación. Cuando están fumando, pueden ver lo que es mal, lo que hace daño, lo que enferma a una persona. A los misioneros y a los pastores no les gustan los chamanes y lo que hacen para curar, dicen que no tienen fe en Dios”, relata Osvaldo Pitoe. 

 

© Osvaldo Pitoe

© Osvaldo Pitoe

La utilidad y belleza de las calabazas 

Clemente Juliuz nació en 1972 en Campo Alegre. El bosque constituyó la fuente de inspiración para sus dibujos y pinturas. Retrató detalladamente a animales, abejas e insectos. Con sus obras expresó su preocupación por la deforestación y la extinción de los animales. Falleció en 2021 prematuramente a raíz de un accidente. 

Para los pueblos chaqueños el bosque y la siembra proporcionaron la comida, tanto como las materias primas para la fabricación de los objetos de uso cotidiano. Los recipientes y cucharones de calabaza de la colección del misionero Barbrooke Grubb inspiraron las últimas obras de Clemente Juliuz. 

“La calabaza es una fruta de diferentes tamaños que es muy útil. Los nivacle la cortan en el medio para hacer recipientes y cucharones. Mis padres y abuelos las usaron para servir caldo de animales silvestres. Cuando era niño me enseñaron que la calabaza es muy útil”, declaraba Juliuz. 

 

© Clemente Juliuz

© Clemente Juliuz

 

Las calabazas de la colección están ornamentadas con incisiones y pirograbados. Documentan que la técnica del dibujo no constituye una novedad en el Chaco y antes de la colonización ha sido conocida como práctica para embellecer artefactos. Los diseños geométricos predominan en artefactos y tejidos históricos: se trata de representaciones esquemáticas y estilizadas de las pieles y cueros animales, así como de estructuras vegetales. Desde fines del siglo XIX, en cambio, emergen dibujos, que se caracterizan por representaciones figurativas de plantas, animales y seres humanos. 

 

© Clemente Juliuz

© Clemente Juliuz

Alambres y candados: experiencias de desposesión y exclusión 

Efacio Álvarez nació en 1988 en Yiclôcat, donde vive hasta hoy. En su serie visualiza experiencias de desposesión y exclusión. La tierra y el bosque que constituían la base de la vida y autonomía de los pueblos chaqueños en la actualidad ya no son accesibles a ellos. 

Efacio Álvarez explica: “Cuando llegaron los menonitas (colonos) quitaron las tierras a nuestros ancestros, ellos no sabían cuidar sus tierras. Los inmigrantes se apropiaron la tierra y marcaron todo con alambres. Por eso ahora nos quedamos con muy poca tierra. Hoy todo son piquetes de los menonitas y nos prohíben entrar para buscar algo. Aquí vemos un portón, que está cerrado con un candado. Este es el reglamento de los menonitas que dice que es prohibido entrar y cruzar”. 

Remarca que la exclusión, la discriminación y la violencia forman parte de las experiencias diarias de la población indígena. 

“Dibujé dos mujeres que se fueron a conseguir leña para el fuego y para cocinar. Cuando entraron en un piquete con vacas, viene el estanciero y les echa. Los colonos cuidan sus vacas y siempre piensan que los indígenas quieren cazar las vacas. Entonces les amenaza para asustarles, para que se vayan”. 

 

© Efacio Álvarez

© Efacio Álvarez

© Efacio Álvarez

© Efacio Álvarez

El bosque y los animales silvestres: motivos para la representación gráfica 

Marcos Ortiz nació en 1952 en la comunidad Maka de Chaco’i. En Yalve Sanga cursó la escuela hasta el sexto grado. Desde hace muchos años vive en Yiclôcat, donde aprendió a tallar palo santo, y en 2013 se sumó al colectivo artístico. 

Los pecaríes siguen siendo su motivo principal, tanto en sus dibujos como en sus esculturas. “Con sus crías los pecaríes andan en piara por el monte y buscan qué comer, les gustan las frutas de la cactácea, las vainas del algarrobo y el poroto del monte. Hoy también se acercan para comer de las plantaciones de maní. Otros se van para cazarlo, yo me voy sólo para mirar. Observo a los pecaríes y después de algún tiempo tengo su imagen en mi mente”, explica Marcos Ortiz. 

 

© Marcos Ortiz

© Marcos Ortiz

 

En las misiones las condiciones de vida son muy precarias debido a subempleo y falta de trabajo que incrementan con la mecanización de la agroindustria. Para los artistas el dibujar constituye su fuente principal de ingresos. Por eso Marcos Ortiz enfatiza la dimensión económica del dibujar: A la gente le gustan mis dibujos. Cuando vienen los turistas compran los dibujos más hermosos. Dibujar es mi trabajo, me da dinero. Si no vendo dibujos, no tengo qué comer. No trabajo para un patrón menonita, solo dibujo. Es un trabajo que puedo hacer en casa”. 

 

© Marcos Ortiz

© Marcos Ortiz

El jabirú y el jaguar: dos animales con significado chamánico 

Esteban Klassen nació 1969 en la comunidad nivacle de Cayin ô Clim y vive en Yiclôcat. Su padre le pasó su apellido menonita, él lo había adoptado de su patrón. Por la falta de trabajo asalariado, desde joven hace tallas de palo santo, y en 2011 empezó a dibujar. 

Prefiere dibujar motivos con significado chamánico. Representa pôtsej (jabirú) y yi’yôôj (jaguar), que son espíritus auxiliares del chamán. En sus dibujos alude de manera no verbal a los cantos y conocimientos chamánicos de su abuelo. 

Pôtsej es un fanaaj, ave acuática. Su doble, el pájaro acuático-espíritu (fanaaj uj), es el dueño de las lluvias. Cuando la sequía se vuelve inaguantable, mujeres y hombres mayores se dirigen con sus cantos a la persona fanaaj uj y le piden que mande a sus hijos, los patos y los gansos, con tormentas y agua. 

El jaguar se asocia en el Chaco, como en general en las tierras bajas sudamericanas, con el chamán. A través de sus canciones puede comunicarse con los seres no-humanos. Puede hablar con ellos, y posee la capacidad de metamorfosis, es decir puede «vestirse» con el cuerpo de un ser espiritual o de una especie animal sin perder su humanidad. Un tôiyeej que quiere dañar a alguien o busca venganza se transforma en jaguar; un chamán que posee el canto del jaguar también puede enviarle para matar a un enemigo. 

 

© Esteban Klassen

© Esteban Klassen

 

Esteban Klassen comenta: «Mis antepasados solían cantar y bailar. Ellos tenían las canciones de los ôjôclos (pájaros). En su tiempo había tôiyjes (chamanes). Tomaban niôtsich (aloja de maíz) y cantaban, seguían cantando toda la noche y a veces al día siguiente también.  Mi padre era oriundo de la zona del Pilcomayo y había sido buen cazador. Él sabía estas canciones. Pero ya no quería cantarlas y me dijo: ‘Mi hijo, no vayas a cantar como los abuelos, nuestros antepasados. Mi hijo, no vayas a bailar, hay que trabajar nomás. Ahora tenemos misioneros y con ellos estudiamos. Para que no haya problemas, solo tienes que estudiar y trabajar bien’. Así me enseñó”. 

Las prácticas chamánicas – no sólo prácticas con efectos negativos, sino también rituales de curación – fueron prohibidas y suprimidas en los procesos de cristianización y conversión de los pueblos chaqueños por diversas sociedades misioneras, que las consideraron como “obra del diablo” y como “pecado”. En este contexto de asimilación forzada, Esteban Klassen y Osvaldo Pitoe transmiten conocimientos y prácticas chamánicas de forma no verbal a través del dibujo. 

 

© Esteban Klassen

© Esteban Klassen

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