Cerámica Feminista y la Nación Imaginada
Cerámica Feminista y la Nación Imaginada
Las vasijas indígenas de arcilla de Quinchamalí, Chile, pueden parecer simplemente decorativas o funcionales, pero se han convertido en depósitos de la memoria colectiva y símbolos de la justicia social.
La mayoría de quienes producen cerámica representacional en Quinchamalí son mujeres, y han venido haciendo este trabajo desde por lo menos el siglo XVI. Los diseños han evolucionado con el paso del tiempo, generando múltiples capas de significado y emoción para todos los chilenos, no solo para quienes viven en la región de Quinchamalí. Desde el siglo pasado, el estilo de la cerámica de Quinchamalí se ha convertido en un emblema de la lucha social chilena al igual que una fuente de inspiración para artistas contemporáneos.
Esta exhibición digital explora la cerámica de Quinchamalí desde cuatro puntos de vista narrativos, con el objetivo de mostrar como un mismo tema puede ser presentado y entendido de diferentes maneras. La exhibición facilita el movimiento libre entre cada ruta, de tal manera que sea posible la interacción con toda la información proporcionada.
am1909,1218.29 ©Fideicomisarios del Museo Británico
En América del Sur, los grupos indígenas de la costa del Pacifico producían cerámica representacional desde mucho antes del contacto europeo. Los grupos Chimú y Moche, por ejemplo, usaban la forma redondeada de sus vasijas como estructura básica para la elaboración de sus representaciones de humanos, animales y plantas.
Los grupos Chimú, en particular, daban prioridad a las representaciones de la vida diaria y la estructura social de sus pueblos. Es así como su cerámica se convirtió en un registro material de sus relaciones de poder, jerarquías sociales y tradiciones domesticas. Esta vasija, por ejemplo, representa a un prisionero acostado boca abajo con sus manos y piernas atadas y cruzadas sobre su espalda.
am1909,1218.29 ©Fideicomisarios del Museo Británico
La forma de las figuras representacionales Chimú y Moche es una adaptación de las vasijas que solían elaborar a partir de moldes. Por esta razón, las figuras son categorizadas frecuentemente como objetos utilitarios. Sin embargo, el proceso creativo de producir representaciones usando la forma de las vasijas ha cuestionado esta división entre las artes y la artesanía utilitaria.
La vasijas-retrato Moche, como esta, son famosas por la precisión y detalle con que representan rostros humanos, mientras que el resto de los cuerpos se mantiene abstracto y fusionado con la vasija que le sirve de estructura básica.
am1941,04.65 ©Fideicomisarios del Museo Británico
Tanto las vasijas Moche como las Chimú representan figuras humanas, pero los detalles faciales en la cerámica Chimú son abstractos, contrario al estilo Moche. La cerámica Chimú da prioridad a la representación de actividades.
Las mujeres solían ser representadas desarrollando actividades relacionadas con la maternidad, tales como dar pecho y acunar a sus bebes. Algunas veces también aparecen cargando a sus bebes sobre la espalda dentro de una bolsa tejida y sostenida sobre sus hombros. El contexto domestico de estas representaciones ilustra la posición de las mujeres en la Sociedad Chimú. Esta vasija, por ejemplo, representa a una mujer acunando a su bebe.
am1933,0511.14 ©Fideicomisarios del Museo Británico
Mientras los ceramistas Chimú se valían de la abstracción para adaptar sus representaciones a la forma de recipientes utilitarios, algunos trabajos Moche hacían representaciones de cosas cuya forma original se asemejase a la forma de los recipientes. Ambos estilos de representación persisten hasta la actualidad y se han convertido en agentes comunicadores de tradición y archivos materiales de la vida cotidiana.
Esta botella, que representa un calabazo, es un ejemplo del realismo natural Moche. Además de su valor estético, esta representación indica que los calabazos eran de uso frecuente en la dieta Moche y para la producción de vasijas para el almacenamiento de comida y bebida.
am1919,1104.19-20 ©Fideicomisarios del Museo Británico
La tradición cerámica de Quinchamalí y Chillan, en el centro de Chile, surgió durante el periodo de la colonia. El estilo es el resultado de una fusión de técnicas indígenas Mapuche, Moche y Chimú, con elementos representacionales criollos y mestizos centrados en la vida rural y cuentos locales.
Las técnicas de producción cerámica y los estilos tradicionales de Quinchamalí se han mantenido por siglos, convirtiéndose en una expresión de la cultura material de la región. Es así como actualmente las figuras son apetecidas por coleccionistas chilenos y extranjeros. Por ejemplo, esta taza de mate con forma de codorniz hace parte de la colección del Museo Británico desde el año 1919, y los mismos colores, formas y técnicas siguen siendo utilizados en los talleres locales actualmente.
Fotografía de Evelyn Rozas Erbo
Al igual que en las tradiciones Moche y Chimú, la cerámica representacional de Quinchamalí también es una adaptación de vasijas utilitarias, pero el valor de estos objetos no reside en su uso para el almacenamiento de alimentos sino en su capacidad de generar emociones, mantener memorias colectivas y evocar la vida rural chilena.
Sin embargo, debido a que la mayoría de los diseños de Quinchamalí son producidos repetidamente y vendidos al público, las figuras fueron consideradas por mucho tiempo como “artesanías” y no como obras de arte. La guitarrera, por ejemplo, es un diseño que se repite frecuentemente en los talleres de Quinchamalí.
Fotografía de Evelyn Rozas Erbo
La gran mayoría de quienes producen cerámica en Quinchamalí son mujeres, conocidas localmente como “loceras”. En el pasado, esta actividad estaba reservada a las viudas que debían hacerse independientes económicamente tras la muerte de sus parejas. Hoy las mujeres de Quinchamalí comparten su conocimiento con sus hijas, sobrinas y nietas, y la producción de figuras se ha convertido en una forma de empoderamiento económico y social para las mujeres locales.
La tradición cerámica también esta conectada con la preservación de la identidad indígena local, que incluye una forma particular de entender el mundo, un sistema de conocimiento familiar que se imparte de generación en generación y una perspectiva particular hacia los foráneos.
Fotografía de Claudia PM Santibanez ©Museo del Mundo
La guitarrera, en esta imagen, es la figura mas icónica de la cerámica de Quinchamalí. Representa a una mujer sosteniendo una guitarra y luciendo ropas con patrones florales y geométricos. La guitarrera es una mujer cantora, protagonista de un cuento local que habla del valor de la música, el enamoramiento, la traición y el dolor de haber sido engañada y abandonada.
Para las mujeres locales, la guitarrera representa su fortaleza y su habilidad para traer alegría a sus familias a pesar de las dificultades y las luchas diarias de la vida rural en un Chile políticamente inestable.
Fotografía de Evelyn Rozas Erbo
La formación de la nación chilena en el siglo XIX hizo parte de un programa oligárquico que buscó la unificación forzada de la identidad de toda la población. Como parte de este programa, las culturas indígenas y mestizas fueron calificadas como inferiores y suprimidas. Pero un movimiento contra-hegemónico surgió en los años 50s entre activistas, académicos y artistas locales. A través de su trabajo, este movimiento lucho para restaurar el valor de la diversidad y para devolver la visibilidad a las expresiones culturales locales.
Las figuras de Quinchamalí son una de las expresiones de la cultura local que se convirtió en un símbolo de la herencia indígena emergente. Este cerdo, “el chancho de tres patas” es, junto con La Guitarrera, una de las figuras mas representativas.
Fotografía de Kena Lorenzini
Muchos de los chilenos que escaparon del régimen de Pinochet en los años 70s y 80s llevaron consigo figuras de Quinchamalí a sus nuevos países de residencia. Las figuras se convirtieron en un símbolo de su lucha por la libertad cultural y política.
De todos los diseños, La Guitarrera fue la que logró albergar la mayoría de significados y emociones entre la población en diáspora, hasta el punto que se ha convertido en un icono del arte popular chileno, un símbolo de los que resistieron el régimen. De esta forma, La Guitarrera ha dejado de verse como una artesanía para convertirse en una forma de arte, un conector de la memoria entre los que permanecieron en Chile luchando por la libertad y los que fueron obligados a salir del país.
Item 000013 ©Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
La Guitarrera es de gran importancia para las mujeres de la diáspora chilena. Según el cuento local que inspiro el diseño, una mujer cantora fue abandonada por su amante, pero nunca dejó de cantar a pesar de su profundo dolor. Durante el régimen, muchos hombres desaparecieron y sus muertes nunca fueron aceptadas por los militares. Las esposas y madres de los desaparecidos encontraron en La Guitarrera un símbolo de su lucha por justicia.
Las mujeres también denunciaron las desapariciones a través de la danza de La Cueca Sola, danzando con fotografías de sus seres queridos desaparecidos; y con la elaboración de arpilleras, tapetes bordados con retazos que ilustraban su situación. Esta arpillera, por ejemplo, muestra a varias mujeres vistiendo imágenes de sus esposos desaparecidos.
Vista de la galería MAPA GAM ©Museo de Arte Popular Americano
La Guitarrera también fue un icono que inspiro la música y la literatura de protesta durante la segunda mitad del siglo XX. Violeta Parra, por ejemplo, reconoció el valor de La Guitarrera al incorporar su historia y simbología en sus canciones y arte visual. Pablo Neruda, quien vivió personalmente la persecución y el exilio, también escribió el poema Una Señora de Barro, como homenaje a La Guitarrera.
Estas actitudes hacia la cerámica de Quinchamalí hicieron que las figuras fueran finalmente aceptadas en galerías de arte y museos, a pesar de estar asociadas a la vida rural indígena, las vasijas utilitarias y la producción repetitiva. Esta es una imagen de la exhibición “Quinchamalí en el Imaginario Nacional”, que tuvo lugar en el Museo de Arte Popular Americano, en Santiago.
DYCE.2212 ©Museo de Victoria y Alberto
Evelyn Rozas es una artista contemporánea chilena que ha encontrado inspiración en La Guitarrera. Rozas ha creado una versión alternativa a The Three Graces de Paul Rubens para cuestionar la idealización de la mujer en el canon tradicional Europeo, a la vez que responde al poco uso que el arte Europeo da a la arcilla como material de trabajo.
The Three Graces de Rubens es una pintura que representa a las diosas griegas de la belleza la caridad y la gratitud, atributos que eran asignados a las mujeres europeas del siglo XV. Versiones de Las Tres Gracias fueron reproducidas por numerosos artistas, incluyendo esta versión de Pieter de Jode (1600s), pero en todos los casos las diosas aparecen desnudas y en un espacio natural idílico, desconectadas de las disparidades de genero, clase y estatus legal que complican la vida real de las mujeres.
Image by Evelyn Rozas Erbo
La versión de Las Tres Gracias de Rozas es una serie de cuatro esculturas elaboradas con las técnicas y estilo de Quinchamalí e inspiradas en La Guitarrera, pero equipadas con representaciones de objetos que muestran las luchas e intereses de las mujeres del chile contemporáneo.
La artista aprendió la técnica de Quinchamalí directamente de mujeres locales. Este estilo, originado a partir de la cerámica utilitaria, fue inicialmente considerado como artesanía para luego ser visto como una forma de arte popular. Actualmente, se ha convertido en un medio de expresión versátil y poderoso para artistas contemporáneos como Rozas, dando diversidad y conciencia rural a la escena artística chilena.
Fotografía de Evelyn Rozas Erbo
Rozas altera la representación de la mujer propia del barroco europeo al hacer una versión de las gracias griegas como abstractas, vestidas y subversivas. Después de todo, las desigualdades y retos que ellas representan son consecuencia de la modernidad europea vista desde la experiencia de Chile y, en general, de toda América Latina.
Esta serie usa la cerámica representacional para cuestionar el desarrollo, el consumismo, la subordinación y la lucha de las mujeres marchantes. La mujer-militar representa la represión del régimen de Pinochet, la mujer-consumo representa el neoliberalismo, la mujer-casa representa la domesticidad forzada y la mujer-activista representa la protesta.
Fotografía de Evelyn Rozas Erbo
La mujer-activista lleva una mascara antigás para soportar los actos violentos de los militares durante las protestas callejeras en Chile y en toda América Latina. El tener una voz política para luchar por una mejor educación, por un sistema abierto de salud reproductiva y por la igualdad profesional sigue siendo visto como poco relevante en la región. Es así como la mascara representa las dificultades particulares que enfrentan las mujeres al ejercer su derecho a la protesta.
Publicaciones relacionadas a mujeres y salud materna con comunidades wixárika, por la autora de esta exhibición
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Shame as a barrier to health seeking among indigenous Huichol migrant labourers: An interpretive approach of the “violence continuum” and “authoritative knowledge”
Social Science and Medicine 97 75-81
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Wixárika Practices of Medical Syncretism: An Ontological Proposal for Health in the Anthropocene
Medical Anthropology Theory 10 (2) 1-26
Gamlin, Jennie B. (2020)
“You see, we women, we can’t talk, we can’t have an opinion…”. The coloniality of gender and childbirth practices in Indigenous Wixárika families
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Jennie Gamlin and David Osrin (2020)
Preventable infant deaths, lone births and lack of registration in Mexican indigenous communities: health care services and the afterlife of colonialism
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Preventable perinatal deaths in indigenous Wixárika communities: an ethnographic study of pregnancy, childbirth and structural violence BMC
Pregnancy and Childbirth 18 (Article number 243) 2018
Gamlin, Jennie B. and Sarah J Hawkes (2015)
Pregnancy and birth in an Indigenous Huichol community: from structural violence to structural policy responses
Culture, health and sexuality 17 (1)